Teorías psicosociales
Teorías psicosociales
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Teorías psicosociales |
Todo el mundo está hoy de acuerdo en que la personalidad es, en mayor o menor medida, adquirida.
Aceptando este supuesto, está claro que la psicología social tiene un papel importante que desempeñar en cuanto a la influencia del medio social en la formación de la personalidad.
Una de las aportaciones importantes al respecto ha consistido en describir como se aprende por la observación e imitación de la conducta ajena (aprendizaje social vicario).
Desde los primeros meses de vida los padres esperan del bebe progresos que, en principio, serian aquellos comportamientos que se asemejen a los del adulto. Como consecuencia, cuando el niño emita un sonido o esboce un gesto que permita interpretar a los padres que “ya sabe hacer algo más”, se le besara, sonreirá y aprobara. El comportamiento en cuestión es así gratificado (reforzado) y aprendido. Estas escenas se repiten una y otra vez, de forma que el pequeño aprende los distintos comportamientos, y aprende a imitar.
Poco a poco, el fenómeno se generaliza y el niño va imitando los comportamientos de los mayores, primero de los padres, y luego de los modelos sociales que tiene a su alcance a través de sus experiencias (escuelas, otros adultos, personajes de la televisión o reales).
Según este enfoque, se imitaran todos los comportamientos que reporten consecuencias gratificantes a quien los lleva a cabo; y también se imitara el comportamiento de quien goza de aprobación y prestigio.
Un autor representativo dentro de este encuadre teórico es Kurt Lewin. Su teoría de la personalidad es denominada comúnmente “teoría del campo” es una expresión que designa todos los hechos físicos, biológicos, sociales y psicológicos (conscientes e inconscientes), que existen en un momento dado para un individuo o para un grupo, cuyo comportamiento determinan. Por ejemplo: las percepciones, las motivaciones y los ideales de una persona o de una colectividad, dependen de las condiciones socioculturales y económicas, y son simultáneamente influidas por aquellas. Así se pudo establecer en los EEUU una relación directa entre el hundimiento de los precios de venta del algodón en los estados del Sur, y el recrudecimiento de los linchamientos de negros por el Ku-Klux-Klan. También el descenso del nivel de vida de los “pequeños blancos” (población blancos de bajo nivel económico) provocaba en estos un sentimiento de frustración, liberando su agresividad, que parecía ser en principio algo exclusivo de sus conciudadanos de color.
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Kurt Lewin |
Para Lewin, pues, la conducta es algo que depende de factores personales y ambientales. En resumen, quiere decirnos que lo que es la persona en sí y la situación en la que se desenvuelve, tal y como esa persona la percibe, es decir su ambiente psicológico, es lo que determinara conjuntamente, una u otra conducta.
A su vez, dentro del ambiente psicológico, hay varias áreas llamadas regiones, y corresponden a los aspectos dinámicos de la situación. Por ejemplo: una chica que ha sido inesperadamente besada por un muchacho, puede tener dos regiones dinámicas correspondientes a “devolver el beso” o “darle una bofetada”.
La conducta comienza, según este autor cuando una necesidad es activada en una persona. La necesidad puede surgir por una activación fisiológica (por ejemplo, el hambre) o por cualquier deseo, esperanza o “intención” del sujeto.
A causa de las necesidades, ciertas regiones del ambiente psicológico adquieren valor para una persona en un momento determinado, este valor que Lewin designa como valencia, puede oscilar desde ser altamente positiva y el sujeto se mueve (locomoción) en esa dirección, hasta altamente negativa moviéndose el sujeto hacia el sentido opuesto. Todo esto puede quedar reflejado en la conducta del individuo o tener lugar sólo en el pensamiento.
También sucede que a causa de las necesidades hay ciertas fuentes que mueven a la persona hacia las regiones de valencia positiva, o hacia las de valencia negativa. Estas fuerzas son llamadas vectores.
Por ejemplo: para un sediento (necesidad) alcohólico, la bebida tiene una elevada valencia positiva, sobre él actúa un impulso (vector) que lo incita a aproximarse (locomoción) a la bebida.
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Teoría del apego |
En el momento actual las corrientes psicodinámicas explicadas anteriormente van integrando esas nuevas aportaciones, y conceden cada vez mayor atención a las relaciones interpersonales, a la interacción del grupo, al influjo de la comunidad, de las instituciones y de las estructuras sociales, considerándolas como elementos determinantes de la dinámica psíquica.
Teorías humanistas
Estas teorías hacen uso de conceptos que operan desde dentro del individuo, para exponer su visión de la estructura de la personalidad. Derivan fundamentalmente de la práctica clínica, como resumen de las ideas obtenidas tras las múltiples experiencias psicoterapéuticas en las consultas de los psiquiatras.
El paciente cuando acude a la psicoterapia se encuentra en un estado de incongruencia, es decir, percibe un desacuerdo entre cómo se ve a sí mismo y lo que experimenta. Por ejemplo: el sujeto puede percibirse a sí mismo como cordial, como una persona amable, y sin embargo, solamente recibe expresiones abiertas de honestidad y rechazo por parte de la gente. Esta contradicción, que puede no ser asumida, hace que la persona sea vulnerable a la ansiedad, a la depresión y a la tristeza, en el sentido de tener una imagen equivocada de su Yo.
Puesto que los pacientes insistían en la utilización del término “Yo”, y parecía que su meta era alcanzar y comprender su Yo real, Rogers fue dando importancia a este concepto; “el Yo”, que estaría formado por percepciones, valores y significados relativos a uno mismo, funciona como un todo unificado e integrado, y es consciente.
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Carl Rogers, 1902- 1987 |
Utiliza también el concepto de “Yo ideal” como lo que quisiéramos ser, y que está formado por percepciones y significaciones importantes para nosotros. En algunos aspectos hay coincidencias e influencias de las teorías psicoanalíticas en las humanistas, aunque existen de todas formas diferencias notables con las mismas, entre estas la fundamental se refiere al hecho de que los humanistas atribuyen mucha menos importancia que los psicoanalistas a los factores inconscientes a la hora de considerarlos como aspectos de la personalidad, y por lo tanto no los utilizan en la psicoterapia.
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